Hace algún tiempo, la revista Tao del Liderazgo publicó una interesante nota en la que el redactor presentaba las conductas de los personajes de “El Señor de los Anillos” como un modelo de liderazgo. Para el Tao, los miembros de la comunidad del anillo representaban, entre otras cosas, las habilidades intra e interpersonales que los líderes necesitan: trabajo en equipo, integridad, sentido de propósito, conducta basada en valores, metas claras, etc. Estas interesantes ideas sugieren pensar en el tema del liderazgo desde la perspectiva opuesta, es decir, reflexionar sobre qué clase de liderazgo se necesita para el desarrollo de la Sociedad Tolkien Peruana, especialmente ahora que ya hemos superado la primera etapa de nuestro empeño común, la de formación.
Estas reflexiones personales procurarán crear un diálogo fecundo entre los muy reconocidos valores presentes en el universo tolkeniano, la realidad de la STP y las modernas teorías sobre el liderazgo.
En primer lugar, la misma definición de “líder” es hoy en día motivo de polémica. Muchos estudiosos del campo, con cuya opinión concordamos, consideran que no existen los líderes, es decir, que no existen personas que “posean” rasgos de líder; más bien lo que existe es el “liderazgo” como fenómeno en una comunidad de personas (Drath, 2001), y que la principal preocupación de las organizaciones debe orientarse a formar liderazgo más que líderes.
¿Qué es el liderazgo? Bernard Bass dice que la esencia del liderazgo, la raíz de su naturaleza, consiste en ser transformador (Bass, 1998), en profesar una búsqueda constante de nuevos horizontes. Para este autor, existen tres factores que definen la presencia del liderazgo en una organización: si la permanencia en ella resulta inspiradora, intelectualmente estimulante y si los miembros sienten que son considerados individualmente. Estos factores están presentes en el curso de las obras tolkiendiles, pero son especialmente palpables en la ya mencionada comunidad del anillo. Por todo ello resulta pertinente definir el liderazgo como la presencia de un impulso constante y compartido por la búsqueda de nuevas metas moralmente valiosas, que haga sentir a los miembros de una organización inspiración, estímulo intelectual y consideración personal.
La naturaleza de esta definición implica varias cosas, en primer lugar, el liderazgo tiende a producir crecimiento natural en las organizaciones y no estancamiento; en segundo lugar, el liderazgo persigue metas legítimas y no metas egoístas, es participativo y da a todas las personas oportunidades de aportar y sentirse útiles. En tercer lugar, el liderazgo no es el dominio de algunas personas sino el consenso de todas las voluntades. En cuarto lugar, las organizaciones que se preocupan por crear liderazgo tienden a ser menos verticales que las que no lo hacen, no son autoritarias y en ellas se percibe baja distancia de poder entre las autoridades y quienes no lo son. También es importante señalar que el liderazgo se caracteriza por la existencia de un clima de confianza entre quienes forman la organización y por la certeza de que todas las opiniones serán valoradas. En síntesis: el liderazgo es un proceso, no una posición (Hughes et. al., 2000).
Para describir mejor este proceso, emplearemos el modelo de Jim Kouzes y Barry Posner (1997) así trataremos de explicar cómo vemos el porvenir de la Sociedad Tolkien Peruana. Según los autores mencionados, existen varios compromisos del liderazgo que se construyen unos a otros en colaboración y que permiten obtener permanentemente logros valiosos para la organización y sus miembros.
El primer compromiso del liderazgo es “desafiar el proceso”, consiste en salir a la búsqueda de oportunidades que presenten el desafío de cambiar, crecer, innovar y mejorar. Otro aspecto importante de este compromiso consiste en experimentar, correr riesgos y aprender de los errores. Aceptar que todos podemos cometer errores y aprender de ellos es básico, porque de otro modo los miembros de la organización se sentirían paralizados por el pánico de sufrir terribles consecuencias en caso de fallar en la búsqueda de sus metas. El no aceptar que se pueden cometer errores termina llevando a la muerte por inmovilidad y a la desmotivación general.
El segundo compromiso planteado por Kouzes y Posner se denomina “inspirar una visión compartida”. Los autores indican que se trata de imaginar un futuro edificante y ennoblecedor, reflejado en una visión compartida, y sobre todo, involucrar a todos los miembros de la organización en esa visión común, apelando a sus valores, intereses, esperanzas y sueños. Si bien ha habido grandes esfuerzos al interior de la STP en tal sentido, este año le hemos dado un lugar particularmente importante a este tema, lo que se ha visto reflejado en los planes estratégicos de las diferentes comisiones que la integran.
El tercer compromiso es de particular importancia en el universo tolkeniano, se denomina “habilitar a las personas para actuar”. Así como cada personaje de “El Señor de los Anillos” va haciéndose capaz de asumir retos cada vez más difíciles mediante el trabajo en equipo y la cooperación, los investigadores señalan en su libro que este compromiso consiste en fomentar la colaboración mediante la promoción de metas cooperativas y la generación de confianza; y también en fortalecer a las personas mediante la cesión de poder, la posibilidad de elección, el desarrollo de sus capacidades, la adjudicación de tareas críticas y el ofrecimiento de apoyo. Esta tarea es de especial relevancia para nosotros como equipo en este momento. Tenemos nuevos objetivos que dependen de que todos tengan oportunidades de hacerse responsables por ellos y sentir que cada miembro de la STP los apoya decididamente.
El cuarto compromiso tiene que ver con que las personas que tienen responsabilidades sirvan de modelo, que den el ejemplo comportándose en formas coherentes con los valores compartidos, y que la organización obtenga constantemente pequeños triunfos que promuevan el progreso firme y generen compromiso. Así se promoverá un ambiente que sugiera que el éxito es inminente.
Por último, tenemos un importante compromiso del liderazgo llamado “brindar aliento”, el cual consiste en reconocer las contribuciones individuales al éxito de cualquier proyecto y celebrar los logros del equipo en forma regular. En el libro citado, Alonso Rivera dice “la gente valora el hecho de que sus contribuciones sean apreciadas. No es necesario que el reconocimiento sea complicado; sólo tiene que ser genuino”.
Hemos llegado al momento en que este modelo y estos compromisos del liderazgo son decisivos si queremos llevar adelante la Sociedad Tolkien Peruana tal como la soñamos en sus orígenes (Ortiz, et. al., 2001). Los miembros antiguos, los que ya tenemos tareas claras, somos especialmente responsables por promover un clima de cooperación y de apertura que brinde oportunidades de liderazgo a todos los miembros nuevos en la medida en que sean capaces de asumir determinados retos. Todos, asimismo, somos responsables por capacitarnos constantemente y capacitar a nuestros compañeros de la STP con miras a asumir desafíos cada vez más complejos y mayores, que redunden en la consolidación de nuestra sociedad como una comunidad basada en principios y un modelo de organización cultural con una propuesta propia.
José Agustín Ortiz Elías
Presidente
Sociedad Tolkien Peruana
Referencias – Bass, B. (1998), Transformational leadership, Mahwah, NJ, Lawrence Erlbaum Associates. – Drath, W. (2001), The deep blue sea. Rethinking the source of leadership, San Francisco, Jossey Bass. – Hughes, R.; Ginnert, R. & Curphy, G. (1999), Leadership. Enhancing the lessons of experience, Boston, Mc Graw Hill. – Kouzes, J. & Posner, B. (1997), El desafío del liderazgo, Barcelona, Granica. – Ortiz, J.; Pimentel, I. & Pariona, J. (2001), “Carta a la Sociedad Tolkien Peruana”, Lima, Sociedad Tolkien Peruana.