Editorial

Sobre la Muerte y el papel que desempeña en la obra de J.R.R. Tolkien

A manera de homenaje por el aniversario del fallecimiento de nuestro querido Profesor

Todos los que me conocen bien saben que tengo quizá un modo extraño de tomar el tema de la Muerte, así como la actitud que tengo frente a ella; es más, es algo sobre lo que continuamente ando reflexionando y que muchas veces se cuela entre las conversaciones que mantengo con mis amigos mas allegados cosa que de vez en cuando me ha resultado problemático, ya que la gran mayoría tiende a tomar el tema con cierta repulsión .

Y es que este tema en lugar de mostrárseme con el aire negativo que la mayoría lo ve, más bien me ha causado desde siempre cierta fascinación y respeto. Y ahora por fin, aprovechando la oportunidad que me da esta fecha tan especial, trataré de dar a conocer este punto de vista con más detalle, valiéndome además de las ideas que plasmó nuestro estimado J.R.R. Tolkien en sus escritos, palabras que me sirvieron de mucha ayuda para aclarar y dar mejor orden a muchas ideas sueltas que tenía sobre este punto; esperando que este intento de homenaje por el 31º aniversario del fallecimiento del Profesor no cause tanta repulsión a Uds. como suele sucederme cuando lo trato en mis conversaciones, y más bien pueda hacerles apreciar este modo de pensar que al menos personalmente creo que también en cierto modo lo había meditado Tolkien.

Como ya había dicho, desde hace mucho me he sentido atraído por el tema de la muerte, su íntima relación con la vida, y el modo en que normalmente afecta a la gran mayoría de nosotros. Si bien siendo muy pequeño también sentía el horror que demuestra el resto, creo que solo era debido a la influencia de los demás, ya que por aquel tiempo aún no se me daba por hacer mis propias conclusiones; pero a partir de los 5 años (mas o menos) comencé a formarme algunas ideas propias respecto a varios temas, y entre los cuales estaba aun en forma muy incipiente el punto de vista sobre la muerte. Durante varios años después solo se formaron en mi mente varias ideas no relacionadas respecto a esto.

Fue ya en el principio de mi adolescencia, cuando leía con mas detenimiento uno de los libros que había leído antes solo a la volada pero que sin embargo me había resultado muy simpático, los Diálogos de Platón, que en uno de éstos diálogos encontré el desarrollo de gran parte de las ideas que me había formado, pero esta vez las veía por primera vez relacionadas; era como que a uno le mostrasen como armar una imagen con muchas piezas que antes solo las tenía por formas independientes. Ese texto era la Apología de Sócrates y de la cual la frase que más llamó mi atención era la que rezaba así:

<<…Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no sabe. En efecto, nadie conoce la muerte, ni sabe si es el mayor de los bienes para el hombre. Sin embargo se le teme, como si se supiese con certeza que es el mayor de todos los males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?>>

Luego de esta aclaración de ideas que recibí con la lectura del mencionado diálogo siguieron años en los cuales solo se modificaron o detallaron estas ideas, a la vez que aparecían algunas nuevas que quedaban sueltas, pero que sin embargo todas tomaban camino hacia el pensamiento de que en realidad la muerte no podría ser mala en sí misma.

Es por esta época además que recordé haber leído algo también referente a este concepto en una de las historias de Las mil y una noches, la Historia de Abd Allah de la tierra y de Abd Allah del mar. En esta historia se cuenta que un pescador muy pobre un día pesca una criatura del mar y hacen un pacto por el cual éste ser le entrega regalos del mar a cambio de frutos de la tierra (y ambos se llamaban Abd Allah, Esclavo de Dios). Un día el marino lleva al terrestre a visitar su ciudad; pero cuando estaban de regreso a la tierra:

…hallaron gentes que cantaban y celebraban una fiesta: los manteles estaban extendidos y cubiertos de peces. Comían, cantaban y estaban muy contentos. Abd Allah el terrestre preguntó al marino: ¿Qué pasa que están tan contentos? ¿Celebran una boda? ¡No es ninguna boda! Se les ha muerto un familiar. ¿Es que cuando se os muere alguien os alegráis, cantáis y celebráis banquetes? ¡Sí! ¿Y vosotros, las gentes de tierra, qué hacéis? Cuando se nos muere alguien, nos ponemos tristes y lloramos; las mujeres se abofetean el rostro, y es tanta la pena que sienten, que rasgan sus vestidos Abd Allah el marino clavó los ojos en el terrestre y le dijo: Devuélveme el depósito! Se lo devolvió. Después, el marino dejó al terrestre en su elemento, diciéndole: Hoy queda roto el afecto y la amistad que por ti sentía. Desde hoy no volverás a verme ni yo te veré. ¿Por qué me dices tales palabras? ¡Gentes de la tierra! ¿Es que no sois un depósito de Dios? ¡Sí! ¿Y cómo no estáis satisfechos cuando Dios recupera su depósito? ¿Por qué tenéis que llorar? ¿Cómo he de entregarte un depósito para el Profeta (¡Dios lo bendiga y lo salve!), si cuando os nace un niño os alegráis por el mero hecho de que Dios (¡ensalzado sea!) le haya infundido, como depósito, el alma, y cuando El recupera su depósito lloráis y os entristecéis? ¡Para nada necesitamos vuestra amistad! Lo dejó y se marchó hacia el

Aquí es donde Tolkien y su obra entran a tallar

El domingo 21 de mayo del 2000, revisando El Dominical como ya tenía por costumbre, me encontré con unas imágenes que llamaron mi atención y ocupaban dos páginas de la revista: en una veía un personaje vestido de blanco y reluciente enfrentándose a otro, también de aspecto majestuoso, pero vestido completamente de negro, con el fondo de torres, suelo agrietado e infértil, y seres de monstruosa imagen detrás. La otra imagen era algo mas pequeña pero se veía en ella un mapa, no de ninguna tierra conocida (al menos por mí y hasta ese momento), no era ningún país o continente de los que se puede encontrar en los mapas geográficos de los Atlas; este era de una tierra totalmente extraña, con nombres también muy raros pero que a la vez tenían cierto gustito exótico.

Y luego, revisando a la volada el texto para darme una idea de sobre que trataba, me di con una frase que terminó por captar toda mi atención al artículo. En ella se decía que el autor de la obra (el artículo era sobre El Señor de los Anillos) había creado un mundo en el cual poblaban sus criaturas: dragones, orcos, elfos, enanos, y especialmente «los hombres, que disfrutan del don de ser mortales». DON de ser mortales!, se imaginarán la sorpresa que me dio leer esto, y pues obviamente me apresuré a dar lectura al artículo completo… así fue que ingresé y di mis primeros pasos sobre las costas de la Tierra Media, un camino que desde ese momento no he dejado de lado y que me ha resultado muy gratificante.

Pero volviendo al tema…

Luego de conocer la existencia de ese libro, saber mas del autor, y acumular muchas ganas de leer la obra, me logré conseguir los primeros libros: El Hobbit y El Silmarillion. Al llegar a casa mi hermano automáticamente tomó el primero para leerlo, así que ni modo, me quedó elegir entre esperar a que mi hermano termine o leer El Silmarillion… que fue lo que hice y jamás me he arrepentido. Justamente en ese libro se trata del principio de toda la mitología que Tolkien creó para este mundo imaginario (Arda), y por tanto trata detalles relacionados al origen, naturaleza y destinos de los seres que lo habitan, entre ellos Los Hombres. En otras palabras, sin quererlo fui directamente al punto que me había causado interés.

A esto siguió la lectura de El Hobbit (cuando finalmente lo terminó mi hermano) y El Señor de los Anillos; luego siguió un interés por saber más sobre el origen de estas historias y detalles de sus personajes; así es como nace mi interés por la colección de la Historia de la Tierra Media, dentro de la cual encontré mas detalles interesantes sobre todo esto. Y en especial El Anillo de Morgoth, en el que encontré la «Historia de Adanel», donde se narra como Melkor es el primero de los Ainur que tiene noticias de la llegada de los Hombres a Arda, se les presenta con engaños, y termina esclavizándolos e imponiéndose como su Rey-Dios, esto causa la Caída de los Hombres y les ocasiona un gran temor hacia la muerte; algunos se arrepienten de este proceder y huyen, aunque manteniendo mucha reserva sobre estos hechos.

De otro lado, en varias versiones de los relatos uno suele encontrar partes de textos en los que los elfos suelen dar a entender que, en este tiempo de servilismo de los Hombres a Melkor, éste los convence de que su naturaleza no es ser mortales, sino que esta mortalidad les es impuesta por los Valar (lo mismo que haría luego Sauron con los Númenóreanos); en otras palabras, el Ser Maligno tergiversa y vuelve malo algo que en principio no lo era, hace ver como malo algo que era mas bien un gran don dado a los Hombres por el propio Eru. Realmente es una idea muy interesante.

Veamos lo que dice Tolkien en cartas en las que escribe sobre la presencia del tema de la Mortalidad en sus historias:

Cartas n.º 131 (a Milton Waldman):

De cualquier modo, todo este material trata sobre todo de la Caída, la Mortalidad y la Máquina… De la Mortalidad, especialmente en cuanto afecta el arte y el deseo creador (o, como diría yo, subcreador), que no parece tener función biológica ni formar parte de las satisfacciones de la vida biológica corriente, con la cual, en nuestro mundo, está por cierto generalmente en contienda. Este deseo, a la vez, se relaciona con un apasionado amor por el mundo primordial real y, por tanto, pleno del sentido de la mortalidad, aunque insatisfecho de él… El Hado (o Don) de los Hombres es la mortalidad, la libertad de los círculos del mundo …La Caída de Númenor, la Segunda Caída del Hombre… es en parte el resultado de una debilidad interior de los Hombres, consecuencia, si se quiere, de la primera Caída (sin registro en estos cuentos), sobre la que hubo arrepentimiento, pero no curación definitiva. ¡En la tierra es más peligrosa la recompensa que el casti

Cartas n.º153 (a Peter Hastings):

…La «Caída de Númenor» se basa en mi concepción de que los Hombres son esencialmente mortales y no deben tratar de volverse «inmortales» carnalmente. (Puesto que la «mortalidad» es un don especial de Dios a la Segunda Raza de los Hijos y no un castigo por una Caída.

Cartas n.º 181 (a Michael Straight):

…los Elfos y los Hombres son sólo aspectos diferentes de lo Humano y representan el problema de la Muerte vista por una persona finita, aunque con voluntad y consciente de sí… Los Elfos representan, por así decir, los aspectos artísticos, estéticos y puramente científicos de la Naturaleza Humana elevados a un nivel más alto del que se ve de hecho en los Hombres.

…Aquí sólo me ocupo de la Muerte como parte de la naturaleza, física y espiritual, del Hombre, de la Esperanza sin garantías.>>

Cartas n.º 186 (a Joanna de Bortadano):

…No creo que ni siquiera el Poder o el Dominio sean el verdadero centro de mi historia… El verdadero tema para mí se centra en algo mucho más permanente y difícil: la Muerte y la Inmortalidad; el misterio del amor por el mundo en los corazones de una raza «condenada» a partir y aparentemente a perderlo; la angustia en los corazones de una raza «condenada» a no partir en tanto su entera historia no se haya completad..

Cartas n.º 208 (a C. Ouboter):

…Yo estaba escribiendo (en El Señor de los Anillos) ante todo una historia apasionante desarrollada en una atmósfera y un marco que me son personalmente atractivos. Pero en semejante proceso es inevitable que nuestros propios gustos, ideas y creencias queden involucrados. Aunque sólo al leer yo mismo la obra (con intención crítica) cobro conciencia del lugar dominante que ocupa el tema de la Muerte… Pero, por cierto, ¡la Muerte no es un Enemigo! Dije, o tuve intención de decir, que el «mensaje» era el horrible peligro de confundir la verdadera «inmortalidad» con una ilimitada longevidad seriada. La liberación del Tiempo y la adhesión a Él. La confusión es obra del Enemigo, y una de las causas principales del desastre humano… Los Elfos llaman a la «muerte» el Don de Dios (a los Hombres). Su tentación es diferente: va hacia una melancolía fainéante, agravada por la Memoria, que conduce al intento de detener el Tiemp

Cartas n.º 211 (a Rhona Beare):

…Pero podría decir que si el cuento es «sobre» algo (aparte de sí mismo), no es, como según parece se supone en general, sobre el «poder». La búsqueda del poder solo es el motivo que pone los acontecimientos en marcha… Trata sobre todo de la Muerte y la Inmortalidad; y de las «huidas»: la longevidad y el atesoramiento de la memori

Cartas n.º 245 (a Rhona Beare):

…Según su propia tradición, los Elfos estaban confinados a los límites del mundo (en el espacio y en el tiempo) aun si morían, y seguirían existiendo en alguna forma hasta «el fin del mundo»… Tampoco tenían, por supuesto, una información especial acerca de lo que la «muerte» pronosticaba para los Hombres. Creían que significaba «liberación de los círculos del mundo», y, en este sentido, les resultaba envidiab

Como vemos, Tolkien en su mitología trata de dar a entender que la situación de mortales de los Hombres no es algo por lo que originalmente debieran lamentarse, al contrario: es un gran don de Eru que no logran saber apreciar por completo en gran parte por los engaños del Señor Oscuro. Y que en cambio el anhelo de cambiar esta condición encierra en si mismo un peligro para nuestro ser. Todo esto suena quizá a cristianismo o por lo menos algo muy religioso, pero Tolkien era justamente una persona firmemente católica.

Yo personalmente también soy católico, y no se si lo seré firmemente o no, pero creo por lo menos en los valores y virtudes que profesa el catolicismo. Y como católico muchas veces me he preguntado sobre la mortalidad en el tema cristiano: sabiendo que la historia de Adán y Eva no es mas que una creación hecha en la época del Rey David (e inspirada principalmente por el adulterio cometido por él con Betsabee), que en esta historia se nos dice que del producto del pecado de estos primeros hombres fue que junto a su descendencia terminaron destinados a la muerte… entonces, antes de David, ¿qué ideas se tenía sobre la mortalidad del hombre? Seguramente alguna otra idea similar. Y en la actualidad ¿como es tomada la mortalidad del hombre? ¿para la mayoría es un don, o un castigo?.

Sin embargo Tolkien también trata de ver el mismo tema desde un punto de vista en el que, asumiendo que la forma en que aprecian los Elfos la mortalidad de los Hombres no es mas que el punto de vista que ellos tienen al respecto, bien puede no estar en lo correcto, y por tanto se podría también aceptar que la mortalidad humana es un «castigo», sin embargo no debería ser tomado como un motivo de desesperanza:

Cartas n.º 212 (continuación de la carta 211):

…En esta «prehistoria» mítica, la inmortalidad, estrictamente una longevidad coextensiva con la vida de Arda, era parte de la naturaleza dada a los Elfos; más allá del Fin, nada había sido revelado. Se habla de la mortalidad, es decir, un período de vida de corta duración sin la menor relación con la vida de Arda, como propia de la naturaleza dada a los Hombres: los Elfos la llamaron el Don de Ilúvatar (Dios). Pero debe recordarse que míticamente estos cuentos se centran en los Elfos, no son antropocéntricos, y los Hombres sólo aparecen en ellos mucho después de la Llegada de aquellos. Ésta es, por tanto, una perspectiva «élfica» y no necesariamente tiene algo en pro o en contra de creencias, como la cristiana, de que la «muerte» no forma parte de la naturaleza humana, sino que es un castigo por el pecado (la rebelión) y una consecuencia de la «Caída». Debería considerársela como la percepción que tienen los Elfos de lo que la muerte por no estar vinculada con los «círculos del mundo» significaría para los Hombres, sea cual fuere su origen. Un divino «castigo» es también un divino «don» si se acepta, pues su objetivo es la bendición final, y la suprema inventiva del Creador hará que los «castigos» (es decir, el cambio de designio) produzcan un bien no alcanzable de otro modo: un Hombre «mortal» tiene probablemente (diría un Elfo) un destino más alto, si bien no revelado, que un ser longevo. Intentar por algún recurso o «magia» recuperar la longevidad es, pues, la suprema locura y maldad de los «mortales». La longevidad o falsa «inmortalidad» (la verdadera inmortalidad está más allá de Eä) es el principal anzuelo de Sauron: convierte a los pequeños en un Gollum, y a los grandes en un Espectro de los Anillos

En mi opinión creo que la muerte no es en si un mal, e incluso tomándolo desde el punto de vista cristiano debería encerrar en sí un gran motivo de esperanza: la esperanza en que luego de esta vida hay algo más, que nos espera algo mejor, en el cual las personas que vivieron de modo tal que no hayan descuidado el perfeccionamiento de su alma podrán disfrutar de una felicidad eterna.

Otro texto de los Diálogos de Platón puede ilustrar más respecto a esto último. En el Fedón o del alma, en el que Sócrates habla con sus amigos antes de tomar la cicuta, encontramos lo siguiente:

…En verdad, Simmias y Cebes, si no creyese encontrar en el otro mundo dioses tan buenos y tan sabios y hombres mejores que los que dejo en éste, sería un necio, si no me manifestara pesaroso de morir. Pero sabed que espero reunirme allí con hombres justos. Puedo quizá hacerme ilusiones respecto de esto; pero en cuanto a encontrar allí dioses que son muy buenos dueños, yo lo aseguro en cuanto pueden asegurarse cosas de esta naturaleza. He aquí por qué no estoy tan afligido en estos momentos, esperando que hay algo reservado para los hombres después de esta vida, y que, según la antigua máxima, los buenos serán mejor tratados que los malo …Los hombres ignoran que los verdaderos filósofos no trabajan durante su vida sino para prepararse a la muerte; y siendo esto así, sería ridículo que después de haber proseguido sin tregua este único fin, recelasen y temiesen, cuando se les presenta la muerte. …Si esto es así, mi querido Simmias, todo hombre que llegue a verse en la situación en que yo me hallo, tiene un gran motivo para esperar que allá, mejor que en otra parte, poseerá lo que con tanto trabajo buscamos en este mundo (la verdad, la sabiduría); de suerte que este viaje, que se me ha impuesto, me llena de una dulce esperanza; y hará el mismo efecto sobre todo hombre que se persuada que su alma esta preparada, es decir, purificada para conocer la verdad.

…Todo hombre, que durante su vida ha renunciado a los placeres y a los bienes del cuerpo y los ha mirado como extraños y maléficos, que sólo se ha entregado a los placeres que da la sabiduría, y ha puesto en su alma, no adornos extraños, sino adornos que le son propios, como la templanza, la justicia, la fortaleza, la libertad, la verdad; semejante hombre debe esperar tranquilamente la hora de su partida para el Hades, estando siempre dispuesto para este viaje cuando quiera que el destino lo llame.

Y con esto voy al aspecto positivo que veo en la muerte: me parece lógico que si bien la muerte no es algo que realmente parezca malo, sino solo un paso a algo mas sublime; sí creo que lo sea el procurársela uno de forma consciente, ya que siendo la vida algo que escapa por completo a nuestro poder y voluntad (que en todo caso pertenece a Dios) no nos es lícito ponerle fin; con lo cual también alcanzo a ver desde una perspectiva más amplia la vida y creo poder valorarla de mejor modo que antes.

La vida, me parece, es la oportunidad de alcanzar esa inmortalidad sana que nos da el recuerdo que dejamos en los seres queridos (y no la carnal), o incluso llegando más allá de solo lograr nuestro recuerdo en ellos (tal y como sucede con Tolkien, por ejemplo); es el tiempo que se nos da para perfeccionar nuestra alma; de relacionarnos con otras personas, aprender de ellas o ayudarlas en esta preparación para lo que viene después; de poder ser parte de un modo u otro en la continua formación de nuestro mundo, y tratar de convertirlo en un lugar cada vez mejor; quizá de lograr formar un paraíso donde vivir… o hasta de dar forma a una nueva Arda Inmaculada!

Para terminar quiero volver a citar la Apología de Sócrates, una de las cartas de Tolkien, y algunos textos de un par de obras suyas:

…Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no sabe. En efecto, nadie conoce la muerte, ni sabe si es el mayor de los bienes para el hombre. Sin embargo se le teme, como si se supiese con certeza que es el mayor de todos los males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?… Por lo mismo, yo no temeré ni huiré nunca de males que no conozco y que son quizá verdaderos bienes; pero temeré y huiré siempre de males que sé con certeza que son verdaderos …Toda mi ocupación es trabajar para persuadiros, jóvenes y viejos, que antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado, es el del alma y de su perfeccionamiento; porque no me canso de deciros que la virtud no viene de las riquezas, sino por el contrario, que las riquezas vienen de la virtud, y que es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulare

Cartas n.º 5 (a G.B. Smith):

…La grandeza a la que me refería era la de ser un gran instrumento en manos de Dios, un promotor, un hacedor, un ganador incluso de grandes cosas, un principiante aun en la menor de las grandes cosas.

Creo firmemente que Tolkien hizo ambas cosas, ya que «sirviendo como instrumento en manos de Dios» nos volvió a poner latentes del mejor modo que sabía hacerlo los principales valores y virtudes humanas en una época en la que se asume que están totalmente descuidadas. Hizo resurgir los ideales de humildad, amistad, amor, paz, etc. los cuales mantenemos en nuestros corazones, y lo seguiremos haciendo, todos los que nos hemos sentido atraídos por su obra; y con tal ayuda volvemos a darle importancia al «perfeccionamiento de nuestra alma», de nuestra persona, de nosotros mismos… y es más, preocuparnos también por el resto. Dándole así un mayor sentido a nuestras vidas.

Había una vez un hombre… que tenía que hacer un largo viaje… no estaba en sus manos evitarlo. Sabía que en cualquier momento tendría que ponerse en camino..

Así nos dice una de las propias historias de Tolkien, Hoja de Niggle, en la cual el personaje es un hombre sencillo que pasa gran parte de su tiempo en su pasatiempo: pintar. Pinta hojas, mas hojas, ramas, luego un árbol completo, un paisaje tras él; pero finalmente debe toma el tren para ese largo viaje inevitable, en cual luego de pasar por unos duros momentos llega por fin hacia una colina, y recorriéndola en su bicicleta se encuentra con una sombra verde…

Ante él se encontraba el Árbol, su Árbol, ya terminado, si tal cosa puede afirmarse de un Árbol que está vivo, cuyas hojas nacen y cuyas ramas crecen y se mecen en aquel aire que Niggle tantas veces había imaginado y que tantas veces había intentado en vano captar. Miró el Árbol, y lentamente levantó y extendió los brazos. «Es un don», dijo.

En otra historia, El Herrero de Wootton Mayor, encontramos una frase que, si bien es mencionada en reprimenda para un personaje no muy «amigable» que digamos, bien podría sernos expresada en un tono totalmente amable y cariñoso:

El rostro del Rey se aplacó. «¡Ay, sí! Razón tienes. No temas, tranquilízate. Pero, ¿no esperas que el Rey de Fantasía haga algo por ti antes de irse? Que tu deseo se cumpla. ¡Adiós! Due ahi

Y así, nuestro querido autor al final de sus días tomó un barco en los Puertos Grises, hacia las Tierras Imperecederas; ya que, si bien existen muchas formas de alcanzar cierto nivel de inmortalidad (no carnal y sin ser un elfo)… Tolkien encontró la suya, posiblemente, sin siquiera proponérselo.

Muchas gracias Profesor Tolkien! …espérenos al amparo de los Valar!
Annatar Mormegil
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